viernes, 17 de noviembre de 2017

Diario de Melibea





1. Primer encuentro en el huerto
 Calisto si piensas que por decirme cuatro palabras bonitas, me voy a rendir a tus pies,lo tienes claro.
-Calisto: Melibea,el estar a tu lado es el mayor regalo que me pudieras hacer.
Si realmente te intereso me tendrás que demostrar tu verdadero amor porque yo no me entrego al primero que me echa piropos




2. Reflexiones después de la visita de Celestina a Melibea
-Lucrecia: Mi ama ya está perdida.Algo más que una oración querrá darle.
La verdad es que he de reconocer que me atrae este Calisto. Estoy ansiosa por iniciar una relación con él.


3. Primer encuentro amoroso
Ardo en deseos de poder estar con Calisto, pero me tendré que conformar con oír su voz, más no quiero herir a mis padres ni a mi honor.
-Lucrecia: Mi ama, Calisto está fuera.
-Calisto: Yo soy tu siervo y tu mi señora.Tiraría esta puerta para poder estar contigo pero no quiero acabar con su honor.


4. Sentimientos de Melibea después del encuentro amoroso con Calisto
Deseando estoy que llegue el día de mañana para encontrarme con Calisto en los muros del huerto.Espero que estas horas de espera pasen lo más pronto posibles.
-Calisto: Allí estaré deseando verte.
-Pármeno: Calisto vámonos ya que pasa mucha gente y te reconocerán

jueves, 16 de noviembre de 2017

EL ÚLTIMO ENCUENTRO


Escribo a la pequeña luz del candil mientras yacemos juntos, Calisto de mi vida.
Me agrada tu presencia, pero temo que un día decidas no presentarte a nuestra cita, que estés con otra, que mis padres nos descubran, o que todo este placer un día se acabe; sin embargo, al mirarte fijamente a los ojos, brillantes por el reflejo de la llama que se va consumiendo, ardo en deseo de tenerte más cerca, pero nuestros cuerpos no nos lo permiten.
 Bendito sea el día en que Celestina se presentó para transmitirme tu mensaje; lo amo todo de ti, desde la punta de tus zapatos hasta el último cabello que se descoloca de tu melena.
Hace ya ni medio minuto que te fuiste a defender a tus criados y en un momento, al escuchar los lamentos de Sosia y Tristán por tu muerte, se me ha desvanecido toda la alegría que reinaba en mi corazón, solo puedo cogerme de los pelos y aullar tu pérdida como un lobo a la Luna.

MUERTE DE MI AMADO


Calisto mío, maldito sea el momento en el que las Parcas decidieron cortar tu hilo. Ahogada en llanto me encuentro con el recuerdo, todavía en mente.
Ya se marchitó la rosa que decoraba mi vida, la cuál solo tú sabías regar; solo me pregunto... ¿Por qué tuvo que ser tan dura La Muerte, al igual que las cuatro paredes entre las que me encuentro? ¿Por qué tú? Pero la más importante... ¿Por qué tuviste que entrar aquel día en el huerto?
Traicionera la escalera, que un día bendije al ayudarte a saltar los altos muros que mi padre construyó, las mismas escaleras que al otro mundo te han enviado sin confesión alguna... dejándome sola en este valle de lágrimas.
Tranquilo Calisto mío, pronto estaré contigo. Solo le pido a el Todo Poderoso que comprenda lo que voy a hacer y envíe mi alma donde se encuentra la tuya; el cielo no es el paraíso si allí no te encuentro.



LA DESPEDIDA


El dolor que en mi pecho porto abruma mi alma y mi razón; el corazón no me late como antes, roto lo siento, sin consuelo alguno, sin hechizo que lo cure. Hoy es el último día, la última lágrima, el último suspiro... todo me recuerda a ti, Calisto mío. Mi alma choca con las costillas en un intento desesperado de escapar de esta cárcel de carne y hueso que encerrada la tiene. Solo tiene un deseo, reunirse con la tuya de nuevo en el jardín.
Con desesperación cojo esta pluma mientras las lágrimas me niegan la visión y comienzo a escribir esta última carta que espero, padre, encuentres:
Querido padre:
Con mi amado Calisto (ese cuyo nombre recorre estas calles como alma en pena, el que yace junto los muros de tu morada) he pecado, he de reconocerlo, pero no me arrepiento. Mi virginidad perdí con el más valeroso de los caballeros, pero me apena que haya sido tu propia hija la que golpee los sólidos muros de tu reputación con mi deshonra.
De mi pasada vida solo recuerdo aquellos romances que me contabas de pequeña antes de dormir; como "El enamorado y la muerte", esos versos que tanto me agradaban , soñando que era yo la muchacha ; y la ironía de la vida me ha maldecido, quitándole la vida a mi amado de manera similar, pero sin aviso alguno.
Solo me queda un deseo:  que los versos del "Conde Niño" no me decepcionen, al igual que este mundo.
Por favor padre, tratar de comprendedlo. Contadle a mi madre lo ocurrido, pero suavizarlo, sabes lo sensible que es.
P.D.: Mi vida solo ha sido un ejemplo de que ni más navíos, ni más palacetes y ni más riquezas proporcionan la felicidad. Encárgate, padre, de que ese escritor al que llaman Fernando de Rojas, y tanto me gusta leer, escriba mi historia para que el amor de Calisto y Melibea sea recordado.